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ETIMOLOGÍA DEL BROCAL | BROCALES LITERARIOS

Normalmente se llegan a confundir entre «pozo» y «brocal«; la mente ve un pozo donde sólo hay un brocal. Se ha llevado a cabo un experimento pedagógico, se ha comprobado que ante la indicación de que ‘pinten un pozo’, tanto los niños como muchos adultos han dibujado un brocal (y cuando se les ha explicado que lo que habían dibujado era un brocal, muchos han respondido que no conocían esa palabra). Son palabras con referencia indirecta que permiten comprender perfectamente el sentido de traslación metonímico.

En arqueología, se acepta el término latino «puteal» para denominar un «brocal de pozo» (en la casa romana, el brocal de mármol o cerámica que cubría el agujero que comunicaba con la cisterna).

Su origen no es tan cierto, pero el término «brocal» puede proceder de los latinos «buccula» (mejilla) y «bucculare» (taza), que debido al italiano primitivo llegaría a significar, por extensión: antepecho o alrededor de la boca del pozo.​

Para otros, siguiendo a Joan Corominas, proviene del latín vulgar «brochus» («broccus», puntiagudo) y éste del catalán broc (vasija) siguiendo una voz céltica.

 

 

Brocales literarios: de los hermanos Bécquer a Carmen Conde

 

Este hermoso brocal es de tierra roja cocida y bañada, y su adorno lo forman dos grecas, por entre las cuales corre rodeándole una magnífica inscripción en caracteres cúficos ornamentales…<span class="su-quote-cite">Gustavo Adolfo Becquer (Toledo, 1856)</span>

En Toledo, en una casa del callejón de San Ildefonso en que habitaron los hermanos Bécquer en 1856, hubo en el jardín un brocal árabe, a cuyo pie los Bécquer plantaron su famoso laurel. Valeriano lo dibujó, y acompañado de un texto de Gustavo llegó a ser publicado en el número 4 de La Ilustración Española y Americana, en febrero de 1870.  Algunos estudiosos, como Jesús Cobo, aventuran que la joven que aparece en el dibujo era Alejandra González Esteban, la amante toledana de Gustavo Adolfo Bécquer.

El dibujo de Valeriano confirma que se trata del mismo brocal expuesto en el Victoria & Albert Museum de Londres; brocal que se encontraba en el Museo Provincial de Toledo, y que habiendo desaparecido, reapareció en el Museo de South Kensington (antecesor del Victoria & Albert Museum). Al parecer, el valioso brocal pasó del Museo Provincial de Toledo a las manos de Juan Facundo Riaño, que por poco más de tres libras esterlinas lo vendió a la colección británica.

 

 

Otro curioso brocal literario es el puesto en verso por Félix María de Samaniego en su obra

El jardín de Venus

«El pozo de los padres trinitarios tuvo brocales varios:
ya de mampostería,
ya de piedra de buena sillería,
en fin de berroqueño le pusieron,
el último que eterno ellos creyeron;
pero tal faena de sacar agua
en el convento había,
que al año ya tenía
el brocal una brecha grande y buena.
– ¡Virgen!, el superior
dijo al saberlo,
que no sé ya de qué materia hacerlo
para que no se roce o desmorone.
Llamar al albañil en el momento
a ver de qué dispone
se haga el brocal al pozo del convento.
El albañil llamado
al punto fue enterado,
y dijo: – Aquí lo que conviene
es hacer un brocal como el que
tiene mi mujer,
que ha veinte años cabalmente
que echo por él la soga de frecuente
con dos cubos que al par le han golpeado,
y ni una pizca se ha desmoronado.»